En 2021, el año de Once, ah… pon a time, echábamos de menos las otras escaleras, aquellas de lindaban con el mítico Casa Elías. En esa época creo que lo gestionaban Francisco y su mujer. Fue el segundo año que lo hacíamos en la otra escalera, la grandísima, la de la Plaza de Príncipe. ¡Qué barbaridad! Quinientas y pico personas cada viernes.
Financiado por el Ayuntamiento de El Sauzal, el Cabildo de Tenerife, el Gobierno de Canarias y Teatrofia Clown Company.
De pronto nos sorprendió abril. Pero sobre todo, nos sorprendió el aluvión de preguntas sobre la edición 2010. Y nos dijimos: ¿Otra vez? ¿Ya pasó otro año? Y nos contestamos a nosotros mismos que sí, que eso tiene cumplir años. Y que el Festival cumplía once. ¡Once! Ah… pon a taim. Dijo alguien. La cerveza es el diablo, dijo otro alguien.
Y se nos ocurrió la brillante idea de dedicar la edición a la propia narración, aprovechando la coyuntura: Once upon a time, que como algunos saben y otros imaginan viene a significar algo así como Érase una vez…
Metidos en brega, y con las prisas de sacar el proyecto adelante un año más, antes de meternos con estrenos, nuevos proyectos y nuevos problemas, comenzamos a buscar participantes que quisieran hacer de príncipes, o de sapos, que ya nos da lo mismo; comenzamos a buscar dinero, que ya se sabe que es sencillísimo, sobre todo en los tiempos que corren; y nos planteamos iniciar el camino remontando la crisis y, en un alarde de arrojo y valentía, aumentar un día de actividad, con respecto a la edición anterior, con el objetivo de que, alguna vez, Verano de Cuento vuelva a ocupar íntegramente el ecuador del verano.
Sólo nos falta una pieza clave: el público. Y confiamos en que acudan en masa a besar a los sapos para que se conviertan en lo que sea. O que vengan a compartir una cervecita. Y si conseguimos reunir en el mismo sitio a actores, sapos, público, príncipes, organizadores y personas que se sientan a mirar cómo trabajan otros, tanto esfuerzo habrá valido la pena.